Me despierto de la simulación con un grito. Mi
labio esta roto y cuando quito mi mano de el, veo sangre en mis dedos. Debo de
haberlo mordido durante la prueba.
La mujer de osadía que
administra mi prueba de aptitud – Tori, ella dijo que ese era su nombre – me da
una extraña mirada mientras toma su cabello negro y lo ata en un nudo. Sus
brazos están marcados de arriba abajo con tinta, flamas, rayos de luz y alas de
halcón.
“Cuando estabas en la
simulación… ¿Estabas consciente de que no era real?” Me dice Tori mientras se
aleja de la máquina. Suena y luce casual, pero es una casualidad estudiada, que
fue aprendida por años de práctica. Yo lo se cuando lo veo. Siempre lo se.
De pronto me doy cuenta de
los latidos de mi corazón. Esto fue lo que mi padre dijo que pasaría. Me dijo
que ellos me preguntarían si estaba consciente durante la simulación y me dijo
lo que tenía que decir cuando ellos lo preguntaran.
“No”, digo. “Si lo hubiese
estado, ¿Crees que me hubiera roto el labio?”. Tori me observa durante unos
pocos segundos, luego muerde el anillo antes de decir, “Felicitaciones. Tu
resultado fue Abnegación”.
Asiento con la cabeza, pero
la palabra “Abnegación” la siento como si tuviera una soga atada alrededor de
mi garganta.
“¿No estas satisfecho?”
Dice ella.
“Los miembros de mi
facción lo estarán”.
“No pregunté por ellos,
pregunté por ti”. La boca y los ojos de Tori se apartan a un lado como si no
pudiesen soportar un pequeño peso. Como si estuviese triste por algo. “Esta es
una habitación segura. Puedes decir lo que quieras aquí”.
Sabía las decisiones que iba
a tomar durante la prueba de aptitud antes de llegar esta mañana a la escuela. Escogí
la comida en lugar del arma. Me tire encima del perro para salvar la vida de la
niña. Lo sabía incluso antes de tomar esas decisiones, la prueba terminaría y
Abnegación sería mi resultado. Y no sabría si hubiera tomado decisiones
distintas si mi padre no me hubiese entrenado, no hubiese controlado cada parte
de mi prueba de aptitud. Entonces, ¿Qué era lo que estaba esperando? ¿Qué facción
quería?
Cualquier otra. Cualquier otra que no fuera Abnegación.
“Estoy
satisfecho”, digo firmemente. No me importa lo que ella diga – esta no es una
habitación segura. No hay habitaciones seguras, no hay verdades seguras, ni
secretos que se puedan mantener a salvo.
Aún puedo sentir los
dientes del perro acercándose a mi brazo, rasgando mi piel. Le asiento a Tori
con la cabeza y empiezo a acercarme a la puerta, pero justo antes de irme, una
de sus manos toma mi codo.
“Eres el único que tiene
que vivir con tu decisión”, me dice. “Todos los demás lo superarán, seguirán
adelante, sin importar lo que decidas; pero tu nunca lo harás”.
Abro la puerta y me voy.
Regreso a la cafetería y
me siento en la mesa de Abnegación, con personas que apenas me conocen. Mi
padre no me permite ir a la mayoría de los eventos comunitarios. Él afirma que
causaré una interrupción, que haré algo para arruinar su reputación. Y no me
importa. Soy más feliz en mi cuarto, en la silenciosa casa, que esta rodeada de
los desinteresados de Abnegación.
La consecuencia de mi
constante ausencia, es la causa por la que los otros de abnegación se alejan de
mi, convencidos de que ocurre algo malo conmigo, de que estoy enfermo, soy
inmoral o un extraño. Incluso aquellos que asienten con sus cabezas en agradecimiento
no llegan a encontrarse con mis ojos.
Me siento con las manos
posadas en mis rodillas, a mirar las otras mesas, mientras los otros
estudiantes terminan su prueba de aptitud. Los de Erudición están cubiertos en
material para leer, pero no están estudiando – sólo fingen hacerlo, en lugar de
eso entablan una conversación con sus ideas, y sus ojos miran de inmediato a
las palabras de sus libros cada vez que piensan que alguien los esta mirando. Los
de Verdad están hablando ruidosamente, como siempre. Los de Concordia ríen,
sonríen, sacan comida de los bolsillos y la reparten a los demás. Los de Osadía
son ruidosos, se tiran sobre las mesas y las sillas, se empujan los unos a los
otros y se golpean.
Yo quería cualquier otra
facción. Cualquier otra facción que no fuera la mía, donde ya todos habían
decidido que yo no valía su atención.
Finalmente una erudita
entra a la cafetería y levanta una mano para que todos hagan silencio. Los de
Abnegación y Erudición se callan rápido, pero es necesario que ella grite “Silencio”
para que los de Osadía, Concordia y Verdad la noten y hagan silencio.
“Las pruebas de aptitud
han finalizado”, dice. “Recuerden que no se les permite hablar sobre sus
resultados con nadie, ni siquiera sus amigos o familia. La ceremonia de
elección será mañana en la tarde’ lleguen aunque sea diez minutos antes de que
comience. Pueden retirarse”.
Todos se acercan a las
puertas para salir, excepto nuestra mesa, donde esperamos a que todos salgan.
Sé el camino que tomarán mis compañeros de abnegación cuando salgamos de aquí, hacia
el corredor fuera de la puerta principal y directo a la parada de autobús. Ellos
podrían esperar horas mientras dejan que las otras personas salgan antes que
ellos. No pienso que pueda seguir soportando este silencio.
1 comentarios:
ahhhh!! Four!!!!!
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